Los finales de Hollywood tienen resolución. En la tragedia griega, no. Partiendo de esta premisa
Esther Díaz narra su vida. Desde chica, ella creía que a los 50 años comenzaba la vejez. Llegada a esa edad, junto a su mejor amigo gay y su pareja, 26 años menor que ella, realizaron una orgía. Alcohol, drogas, liberación y hasta un intento de suicidio, forman parte de su trágica vida.
Esther estuvo una semana en coma en un neuropsiquiatrico. Y siguen los terribles hechos.
Esta escritora, que se descubrió de grande recibiéndose como doctora en Filosofía y Letras, y publicando numerosos libros acerca del sexo, la ciencia y la tecnología, se adentra en su propia vida de forma natural y sin tapujos.
El dilema de la vejez y como enfrentarlo es parte de este documental. A través de la ciencia y la tecnología, la protagonista intenta verse rejuvenecida para la sociedad regida por los cánones de belleza actual.
Muy bien filmado y editado, los planos sugestivos entre sanatorios, salones de belleza, su departamento y clases de pilates, van mostrando la vida de esta interesante mujer; no sólo por lo que es y lo que piensa sino por el trabajo inconmensurable que deja.
50 años psicoanalizándose, confiesa. No teme desnudarse al contar las terribles historias de su vida frente a cámara, incluso llegando al llanto. “No creo en el amor verdadero”, dice. Y “no hay solución. Hay conflicto. La vida es conflictividad”, asegura.
Martín Farina escribe, dirige, edita, realiza la fotografía y hasta el manejo de una de las cámaras, cual hombre orquesta. Todo le salió bien.